El momento triunfante de la
resurrección de Cristo. Se inicia el conjunto con una explosión de luz
con el cuadro de Cristo Resucitado saliendo del sepulcro, la luz
venciendo las tinieblas que envolvían la sección anterior. Todas las
imágenes que se exponen tratan de subrayar la luminosidad de la “carne
glorificada” de Cristo, en su aparición en el Cenáculo, ante María
Magdalena –“Noli me tangere”-, el enigmático descubrimiento de los
discípulos de Emaús en el que el velo que cubre a Cristo les impide
reconocerlo, Cristo y Santo Tomás, y haciendo un canto triunfal de LA
GLORIA DE LA TRINIDAD, pues Cristo sentado a la derecha del Padre
consuma la redención humana, desde la caída de Adán, pasando por Noé,
Moisés, los profetas y la Gloria de Cristo con los ángeles y santos.
LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO
Mural.
Óleo sobre tela 320 x 210 cm.
Parroquia
de San Pablo. Murcia
PABLO EN ATENAS
Mural. Óleo sobre tela 320 x 210 cm.
Parroquia
de San Pablo. Murcia
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LA
RESURRECCIÓN DE CRISTO
Óleo sobre tela 201 x 308 cm.
Privado
Esta obra expresa el
momento triunfal de la Resurrección de Cristo en la madrugada del
Domingo. Nadie fue testigo ocular de este extraordinario acontecimiento.
Cuando Jesús es puesto en el sepulcro pusieron guardias para custodiarlo
temiendo que sus discípulos robaran el cuerpo y levantaran la impostura
de que había resucitado, según su promesa: “Y comenzó a enseñarle
que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a
los tres días” (Mc 8, 31). Cristo sale del sepulcro con una luz
expleldente –la luz del amanecer-, el es el Sol de Justicia, porta en su
mano derecha el signo de su victoria, la cruz, como un estandarte
blanco, signo de la paz: “Os dejo la paz, mi paz os doy, no os la
doy, como la da el mundo” (Jn 14, 27). En su sepulcro aparece
dibujado un pez aludiendo a la señal de Jonás: “Porque de la misma
manera que Jonás estuvo en el vientre del cetaceo tres días y tres
noches, así también el Hijo de hombre estará en el seno de la tierra
tres días y tres noches” (Mt 12, 40).
NOLI
ME TANGERE
Óleo sobre tela 130 x 130 cm.
Privado
Escena de la aparición de Jesucristo a Maria Magdalena junto al sepulcro
en la madrugada del primer día de la semana. Ella había quedado
desconcertada cuando va al sepulcro y ve la piedra quitada del sepulcro
y no encuentra el cuerpo de Jesús. Avisa a Pedro y a Juan que van al
sepulcro y lo encuentran vacío, las vendas por el suelo y el sudario
plegado en un lugar aparte (Jn 20, 1- 10). Ella permanece junto al
sepulcro llorando y unos ángeles le preguntan ¿por qué lloras? “Ella
les respondió: “Porque se han llevado a mi Señor, y no se dónde le has
puesto” Dicho esto se volvió y vio a Jesús: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A
quien buscas?” Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice:
“Señor, si tu lo has visto dime donde lo has puesto, y yo me lo
llevaré”. Jesús le dice: “Maria”, Ella se vuelve y le dice en hebreo:”Rabbuní”
– que quiere decir Maestro- Dícele Jesús: “No me toques que todavía no
he subido al Padre” (Jn 20, 11-17).
LOS
DISCÍPULOS DE EMAÚS
Óleo sobre tela 130 x 181 cm.
Privado
El mismo día, el primero de la semana, Jesús se aparece a dos discípulos
que caminaban de Jerusalén a Emaús. Él se hace presente en el camino
conversando con ellos, pero ellos no son capaces de reconocerlo. Lo
reconocerán posteriormente, al atardecer, cuando cena con ellos.
“Y sucedió que cuando se puso a la mesa con ellos, tomo el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les
abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su vista”
(Lc 24, 30, 31). En la obra aparece una luz de atardecer, casi en
penumbra, el rostro de Cristo cubierto por un velo –pues no lo
reconocieron al principio-, los peces símbolo de Cristo, el Pan y el
cáliz, y los dos discípulos con bastones de peregrinos, sentados a la
mesa.; uno mirando la fracción del pan -todavía en penumbra- y otro
que ha desvelado su identidad y le mira directamente al rostro.
CRISTO
RESUCITADO
Óleo sobre tela 92 x 73 cm.
Privado
Imagen de Jesucristo en su primera aparición a los apóstoles. “Al
atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por
miedo a los judíos, las puertas del lugar donde sen encontraban los
discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz con
vosotros”.
Dicho esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos se
alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: “ La paz con
vosotros” (Jn 20, 19-21).
CRISTO
RESUCITADO Y SANTO TOMAS
Óleo sobre tela 130x 130 cm.
Privado
La primera vez que se aparece Jesús a los apóstoles, Tomas, uno de los
doce, no estaba con ellos, y se niega a creer que estos hayan visto al
Señor: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi
dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no
creeré. Ocho días después, estaban otra vez los discípulos dentro y
Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas
cerradas, y dijo: “La paz con vosotros”. Luego dice a Tomás: “Acerca
aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no
seas incrédulo sino creyente.” Tomás le contestó: “Señor mío y Dios
mío.” Dícele Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichoso los que no
han visto y han creído” (Jn 20, 25-28). En esta obra se permite
una licencia teológica, pues en la escena aparece al fondo María, la
madre del Señor, ella no necesita ver a Jesús resucitado para creer,
pero mientras la mano de Tomás toca a Jesús, la mano de Jesús se tiende
hacia su madre.
LA
GLORIA DE LA TRINIDAD
Óleo sobre tela 401 x 280 cm.
Privado
“Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al
cielo y se sentó a la diestra de Dios” (Mc 16, 19). Aparece en
esta obra el Misterio de la Santísima Trinidad, Cristo sentado a la
derecha de Dios, portando en su mano derecha el cetro real. El Padre
sentado también y con el mundo en sus manos, pues en él tiene el destino
de toda la creación, el Espíritu Santo sobre ambos en forma de paloma,
trazando una cruz luminosa desde la vertical de su cabeza y la
horizontal de sus alas. Tres rayos luminosos recorren toda la obra, que
manan de cada una de las Personas de la Trinidad. La creación y toda la
historia de salvación es obra de la Trinidad; por eso se recorre la
historia de la salvación desde Adán, sentado en el lado inferior
derecho, Eva saliendo de su costado, Caín con las manos sobre su rostro
por haber matado a su hermano Abel, y éste con sangre en la cabeza. Es
el pecado situado en el ángulo inferior derecho y simbolizado por la
“manzana” y sus consecuencias: la muerte, por una calavera. Sigue la
escena del diluvio cuando crecen los pecados de la humanidad, con el
arca y la alianza con Noé, que sostiene un ramo de olivo, el que trae la
paloma tras el diluvio al encontrar tierra firme. Posteriormente la
Antigua alianza con Moisés, en el lado inferior izquierdo, con las
tablas de la Ley, la zarza ardiente, sobre estas, y el rostro radiante
de éste, por contemplar a Dios. Siguen los profetas: Isaías, con las
tablas de la profecía y Elías con el manto rojo, que fue arrebatado al
cielo en una carro de fuego. Ascendiendo por el lado izquierdo vemos a
la Virgen María sentada junto a su Hijo en el cielo, como intercesora, y
también en el cielo un conjunto de santos: San Juan, Santiago, junto a
Jesús y San Pedro y San Pablo, junto al Padre. Bajo éstos los más altos
representantes de la mística: San Juan de la Cruz y Santa Teresa de
Jesús. Hay en la obra una contraposición entre el pecado del lado
inferior derecho (izquierda del Padre) cuyos personajes no miran hacia
Dios y el lado inferior derecho que si contempla veladamente a Dios. Se
contrapone también la figura de Adán, con el nuevo Adán que es Cristo y
la figura de Eva, con la nueva Eva que es María. Y una clara alusión a
la oración y servicio a Dios por la representación de los místicos, como
medio de “pregustar” esta unión con el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Es en realidad una obra conclusiva de todas las secciones de la
exposición que explicitan el misterio de la redención humana.