Es
el momento de la Iglesia, con Pentecostés y la venida del Espíritu
Santo, se inicia el tiempo de la Iglesia hasta la consumación de los
tiempos. La barca que zozobra en la tempestad es la imagen de la Iglesia
en el mundo que permanece firme en sus frutos de santidad, mostrando a
los verdaderos Hijos de Dios, aquellos que han aceptado la Palabra de la
Vida. En primer lugar María como mujer coronada de doce estrellas y la
luna bajo sus pies –La Inmaculada-, los apóstoles, columnas de la
Iglesia, y una muestra de algunos santos de la Iglesia Católica,
coronados por el martirio, su sabiduría o su simplicidad y humildad,
desde Santa Eulalia a San Francisco de Asís, pasando por San Jerónimo,
etc. A todos nos invita a pensar que la santidad no es un privilegio de
pocos sino una llamada universal para todos, aquellos que aceptan la
Palabra de la vida.
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PENTECOSTÉS
Óleo sobre tela 308 x 200,8 cm.
Privado
Pentecostés será la culminación de Misterio Pascual, pues la muerte y
Resurrección de Cristo, su Ascensión a los cielos, sentado a la derecha
del Padre supondrá la consumación de su promesa; el envío del Espíritu
Santo: “Mirad yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi
Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis
revestidos de poder desde lo alto” (Lc 24, 49). “Al llegar
el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar de
repente vino del cielo un ruido como el de de una ráfaga de viento
impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron
sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos de Espíritu Santo y se
pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía
expresarse” (Hch 2, 1-4). La obra representa este momento, con
María la madre de Jesús, en el centro del colegio apostólico. Las
llamaradas sobre las cabezas de los apóstoles y unos rayos de luz que
parten de la paloma –imagen del Espíritu Santo- y que representa los
siete dones del Espíritu –sabiduría, inteligencia, ciencia, piedad,
consejo, fortaleza y temor del Seños-. Otro elemento simbólico es la
palangana con el agua: alusión al baño del bautismo y al laboratorio de
los pies que realizó Jesús con sus discípulos; pues el fruto de
Espíritu, como don pascual, será la paz, el amor y la unidad, y por
tanto la formación de la Comunidad de la Iglesia, de los que han sido
purificados por el agua y el Espíritu. Los que han nacido de nuevo:
“En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu
no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3, 5).
JESUS
Y LA TEMPESTAD
Óleo sobre tela 89 x 116 cm.
U.C.A.M.
La vida cristiana no es en absoluto un idealismo sino que supone un
combate permanente: ”Porque nuestra lucha no es contra la carne y
la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra
los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal
que están en las alturas” (Ef 6, 11-12). La barca
sacudida por las olas y el viento representa a la Iglesia en medio del
mundo; parece zozobrar, pero siempre permanece a flote, pues en ella
está Cristo Resucitado, aún cuando aparentemente parece dormido. Esta
barca, la Iglesia, es la única tabla de salvación para el mundo.
“En esto se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la
barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa,
durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ¿Maestro no te
importa que parezcamos? Él, habiéndose despertado, increpó al viento y
dijo al mar: “-Calla, enmudece- El viento se calmó y vino una gran
bonanza” (Mc 4, 37-39).
INMACULADA
Óleo sobre tela 324 x 204 cm.
U.C.A.M.
María Inmaculada es la primera de las redimidas y la Nueva Eva (que ha
nacido de lo alto). Ella fue preservada de toda mancha de pecado
original desde su concepción y permaneció limpia de pecado, y ella fue
asunta al cielo en cuerpo y alma, es por tanto la criatura perfectamente
redimida a diferencia de los restantes miembros de la Iglesia –los
santos- que esperan la Resurrección gloriosa del último día, la
resurrección de la carne. “Una gran señal apareció en el cielo:
una mujer vestida del sol con la luna bajo sus pies, y una corona de
doce estrellas sobre su cabeza; está en cinta y grita con los dolores
del parto y con el tormento de dar a luz” (Ap 12, 1-2). Este
alumbramiento es la Iglesia, cada uno de los cristianos, los renacidos.
El dragón –el Diablo- vencido por la mujer – la iglesia- arrebatada al
cielo- “se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que
guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús”
(Ap 12, 17). La obra representa a María como Reina del Cielo y la
Tierra. Está rodeada de ángeles, - Reina de los Ángeles- y con la luna
bajo sus pies, coronada de doce estrellas y sobre ella el Espíritu Santo
en forma de paloma.
SAN
PEDRO
Óleo sobre tela. 81 x 65 cm.
Privado
“Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que antes en
la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra
quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 18-20). Pedro
desempeñará el ministerio capital dentro de la Iglesia, para confirmar a
los hermanos en la fe, y para apacentar el Pueblo de Dios.
SAN PABLO
Óleo sobre tela 81x 65 cm.
Privado
Pablo será el último testigo de las apariciones de Cristo, el último de
los apóstoles. Perseguidor de los cristianos y convertido en el camino
de Damasco. “Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco,
hacia el medio día, me envolvió de repente una gran luz venida del
cielo; caí al suelo y oí una voz que me decía: Saúl, Saúl, ¿por qué me
persigues? Yo respondí: ¿Quién eres, señor? Y él a mí: Yo soy Jesús
Nazareno, a quién tú persigues” (Hch 22, 6-8). En la obra
sostiene en su mano un libro –de las cartas- y también aparece una
espada aludiendo a su martirio.
SAN
JUAN APÓSTOL
Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
Capilla del Obispado de Murcia
San Juan, hermano de Santiago el Mayor, Hijos de Zebedeo, apodados por
Jesús Boanerges –hijos del trueno-, elegido joven y célibe, fue según la
tradición el Discípulo Amado de Jesús, autor del cuarto Evangelio, las
cartas que llevan su nombre y del Apocalipsis. No sufrió el martirio
sino que muere anciano. Fue desterrado primero en la isla de Patmos y
posteriormente vuelto a Efeso. En la obra se le representa joven, y con
una copa con la serpiente alada, siguiendo la leyenda que refiere el
veneno que tuvo que tomar para demostrar la verdad de su predicación.
Juan quedará como el testigo perdurable de la Resurrección de Cristo, el
discípulo fiel. “Si quiero que se quede hasta que yo venga”
(Jn 21 22) esto dice Jesús a Pedro.
SANTIAGO
EL MAYOR
Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
Capilla del Obispado de Murcia
Hermano de Juan, de fuerte temperamento, cómo éste. Será el primero de
los Apóstoles en beber “el cáliz del Señor”, es decir el martirio.
Herodes Agripa. “Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano
de Juan” (H12, 2). Dio así supremo testimonio de La Verdad. Es
representado como peregrino con esclavina y bordón, un libro como
apóstol y bastón de peregrino con la calabaza, manto rojo, alusión a su
martirio, y sombrerote alas a la espalda.
SANTIAGO
EL MAYOR
Óleo sobre tela 100 x 81 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
Según la tradición llevó el evangelio a España y en España también
tendrá su sepulcro como indicará él mismo San Jerónimo. Es patrono de
España e invocado en la defensa de fe. De aquí la Orden de Santiago, de
tanta importancia, con su emblemática cruz roja. En la obra es
presentado con el manto apostólico y esta misma cruz a modo de bandera.
Sostiene en su mano izquierda el bastón de peregrino, el sombrero de
alas a la espalda y las calabazas en el extremo del bastón. Con su mano
derecha sostiene un libro como apóstol. Santiago responde a este
llamamiento de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra,
como los demás apóstoles. “Id por todo el mundo y proclamar la
Buena Nueva a toda la creación” (MC 16, 15).
SANTA
EULALIA DE BARCELONA
Óleo sobre tela 100 x 73 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
Se trata de una joven mártir de Barcelona. Ella se presentó
espontáneamente ante el prefecto de romano. Fue torturada y murió
finalmente en la cruz hacia el año 304. El testimonio de la fe en los
primeros siglos de persecuciones hacia los cristianos por parte, primero
de los judíos y después del poder del poder romano, está lleno de
innumerables mártires, que con su sangre sembraron la semilla de la fe
de las futuras generaciones. En la obra es representada con la palma de
martirio, con la cruz en forma de aspa y con una corona de flores. “E
incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a
Dios” (Jn 16, 2).
SAN
JERÓNIMO
Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
U.C.A.M.
Es doctor de la Iglesia y su característica fundamental un
extraordinario amor a la Palabra de Dios. Extraordinario y sabio
defensor de la fe (del 333 al 420). De sus numerables escritos su
contribución fundamental será la versión de la Biblia en Latín llamada
“Vulgata” que será el texto oficial de la Iglesia. La obra le representa
en esta actitud meditativa sobre la Palabra de Dios y con la pluma de
escritor; su torso desnudo será característico como expresión de la
penitencia. La iglesia no sólo extenderá el Evangelio sino que
profundizará en las verdades de la Fe según las palabras de Jesús:
“Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad
completa” (Jn16, 13).
SAN
JERÓNIMO
Óleo sobre tela 112 x 84 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
San Jerónimo no sólo será un insigne teólogo, sino un gran asceta y
penitente. El combate de la fe no está sólo contra el mundo – en las
persecuciones- sino ante todo contra sí mismo, se trata de una lucha
contra el pecado. La penitencia y la vida ascética supone esta nueva
forma de “martirio” que significa morir a si mismo. En esta actitud
penitente es representado desnudo y sujetando una calavera en su mano.
“Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces
ayunarán” (Mt 9, 15). “El que ama su vida, la pierde; y el
que odia su vida en este mundo la guardará para una vida eterna”
(Jn 12, 25).
SAN
FRANCISCO JOVEN
Óleo sobre tela 112 x 84 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
Santo de extraordinaria importancia en la Edad Media (1182-1226). Será
su carisma singular el abrazar la extrema pobreza, con un extraordinario
amor a Cristo, a la Virgen, a los hermanos; y un amor que se extiende a
los animales y a la naturaleza. Es de destacar su “simplicidad” y
humildad; quizás esto le haga tan atractivo para los jóvenes que frente
a un mundo materialista buscan las raíces de la verdadera vida
cristiana. “Pues de igual manera, cualquiera de vosotros que no
renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,
33). San Francisco está representado en la obra como un joven imberbe,
abrazando un pájaro, con unas ramas; viste el hábito franciscano, con
escapulario capuchón y cordón anudado.
SANTA
CLARA
Óleo sobre tela 112 x 84 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
Santa Clara de Asís siguió el ejemplo de San Francisco y abandonando
todo abrazó “La Hermana Pobreza” (1194-1253). Compañera de Francisco
viviría en el monasterio de San Damián hasta su muerte. Arrastraría con
su ejemplo a muchas hermanas que se le unieron. Será su carisma la
oración con un ferviente amor a Cristo, su esposo, a su Pasión, a la
Eucaristía, y a la Virgen. La oración será en los cristianos un
verdadero “culto espiritual” y un encuentro con la Palabra de la Vida
que vive dentro de nosotros: “porque el Reino de Dios ya está
“dentro” de vosotros” (Lc 17, 21). En la obra es
representada con el hábito de su orden, sostiene en su mano derecha la
custodia con la Eucaristía; aparece también una azucena, crucifijo y
libro de la Regla.
SAN
FRANCISCO DE ASÍS
Óleo sobre tela 73 x 60 cm.
U.C.A.M.
En esta obra San Francisco es representado en actitud orante con un
crucifijo rodeado de la Corona de Espinas en su mano derecha, mientras
en su izquierda sostiene una pequeña hoja. En esta mano derecha se
aprecia la impronta de las llagas recibidas. De este modo quiso Cristo
que se asemejara a él. Todo cristiano está llamado a imitar la vida de
Cristo; así lo hizo Francisco. Por eso cada vida de santidad es una
imagen de Cristo Resucitado y presente en el mundo.
“Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros
os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me
ha enviado”(Lc 10, 16).
SAN
ANTONIO DE PADUA
Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
U.C.A.M.
Es posiblemente el santo más popular de la Iglesia. (1195-1231).
Franciscano y estudioso de la teología, destaca por la santidad de su
vida y su predicación por Italia y Francia, confirmando esta predicación
con sus numerosos milagros. Muere con las palabras “Ya veo a
Dios”. Por su juventud, humildad y pureza se pueden aplicar
perfectamente las palabras de Jesucristo: “Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8). En la
obra es representado joven imberbe, con ancha tonsura monacal, con el
hábito de su orden. Tiene al Niño Jesús en sus manos con unas azucenas.