7.- A todos los que la recibieron les dió el poder de ser Hijos de Dios

Es el momento de la Iglesia, con Pentecostés y la venida del Espíritu Santo, se inicia el tiempo de la Iglesia hasta la consumación de los tiempos. La barca que zozobra en la tempestad es la imagen de la Iglesia en el mundo que permanece firme en sus frutos de santidad, mostrando a los verdaderos Hijos de Dios, aquellos que han aceptado la Palabra de la Vida. En primer lugar María como mujer coronada de doce estrellas y la luna bajo sus pies –La Inmaculada-, los apóstoles, columnas de la Iglesia, y una muestra de algunos santos de la Iglesia Católica, coronados por el martirio, su sabiduría o su simplicidad y humildad, desde Santa Eulalia a San Francisco de Asís, pasando por San Jerónimo, etc. A todos nos invita a pensar que la santidad no es un privilegio de pocos sino una llamada universal para todos, aquellos que aceptan la Palabra de la vida.
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PENTECOSTÉS
 Óleo sobre tela 308 x 200,8 cm.
Privado 
Pentecostés será la culminación de Misterio Pascual, pues la muerte y Resurrección de Cristo, su Ascensión a los cielos, sentado a la derecha del Padre supondrá la consumación de su promesa; el envío del Espíritu Santo: “Mirad yo voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto” (Lc 24, 49). Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar de repente vino del cielo un ruido como el de de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse” (Hch 2, 1-4). La obra representa este momento, con María la madre de Jesús, en el centro del colegio apostólico. Las llamaradas sobre las cabezas de los apóstoles y unos rayos de luz que parten de la paloma –imagen del Espíritu Santo- y que representa los siete dones del Espíritu –sabiduría, inteligencia, ciencia, piedad, consejo, fortaleza y temor del Seños-. Otro elemento simbólico es la palangana con el agua: alusión al baño del bautismo y al laboratorio de los pies que  realizó Jesús con sus discípulos; pues el fruto de Espíritu, como don pascual, será la paz, el amor y la unidad, y por tanto la formación de la Comunidad de la Iglesia, de los que han sido purificados por el agua y el Espíritu. Los que han nacido de nuevo: “En verdad, en  verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios” (Jn 3, 5).


JESUS Y LA TEMPESTAD
   Óleo sobre tela 89 x 116 cm.
U.C.A.M. 
La vida cristiana no es en absoluto un idealismo sino que supone un combate permanente: ”Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas” (Ef 6, 11-12). La barca sacudida por las olas y el viento representa a la Iglesia en medio del mundo; parece zozobrar, pero siempre permanece a flote, pues en ella está Cristo Resucitado, aún cuando aparentemente parece dormido. Esta barca, la Iglesia, es la única tabla de salvación para el mundo. “En esto se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya  se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: ¿Maestro no te importa que parezcamos? Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: “-Calla, enmudece- El viento se calmó y vino una gran bonanza” (Mc 4, 37-39).


INMACULADA
Óleo sobre tela 324 x 204 cm.
U.C.A.M.
María Inmaculada es la primera de las redimidas y la Nueva Eva (que ha nacido de lo alto). Ella fue preservada de toda mancha de pecado original desde su concepción y permaneció limpia de pecado, y ella fue asunta al cielo en cuerpo y alma, es por tanto la criatura perfectamente redimida a diferencia de los restantes miembros de la Iglesia –los santos- que esperan la Resurrección gloriosa del último día, la resurrección de la carne. “Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; está en cinta y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz” (Ap 12, 1-2). Este alumbramiento es la Iglesia, cada uno de los cristianos, los renacidos. El dragón –el Diablo- vencido por la mujer – la iglesia- arrebatada al cielo- “se fue  a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús” (Ap 12, 17). La obra representa a María como Reina del Cielo y la Tierra. Está rodeada de ángeles, - Reina de los Ángeles- y con la luna bajo sus pies, coronada de doce estrellas y sobre ella el Espíritu Santo en forma de paloma. 


SAN PEDRO 
Óleo sobre tela. 81 x 65 cm.
Privado
Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que antes en la tierra  quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos (Mt 16, 18-20). Pedro desempeñará el ministerio capital dentro de la Iglesia, para confirmar a los hermanos en la fe, y para apacentar el Pueblo de Dios.


 SAN PABLO
Óleo sobre tela 81x 65 cm.
Privado
Pablo será el último testigo de las apariciones de Cristo, el último de los apóstoles. Perseguidor de los cristianos y convertido en el camino de Damasco. “Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco, hacia el medio día, me envolvió de repente una gran luz venida del cielo; caí al suelo y oí una voz que me decía: Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Yo respondí: ¿Quién eres, señor? Y él a mí: Yo soy Jesús Nazareno, a quién tú persigues” (Hch 22, 6-8). En la obra sostiene en su mano un libro –de las cartas- y también aparece una espada aludiendo a su martirio.


SAN JUAN APÓSTOL
 Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
Capilla del Obispado de Murcia
San Juan, hermano de Santiago el Mayor, Hijos de Zebedeo, apodados por Jesús Boanerges –hijos del trueno-, elegido joven y célibe, fue según la tradición el Discípulo Amado de Jesús, autor del cuarto Evangelio, las cartas que llevan su nombre y del Apocalipsis. No sufrió el martirio sino que muere anciano. Fue desterrado primero en la isla de Patmos y posteriormente vuelto a Efeso. En la obra se le representa joven, y con una copa con la serpiente alada, siguiendo la leyenda que refiere el veneno  que tuvo que tomar para demostrar la verdad de su predicación. Juan quedará como el testigo perdurable de la Resurrección de Cristo, el discípulo fiel. “Si quiero que se quede hasta que yo venga” (Jn 21 22)  esto dice Jesús a Pedro.



SANTIAGO EL MAYOR
 Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
Capilla del Obispado de Murcia
Hermano de Juan, de fuerte temperamento, cómo éste. Será el primero de los Apóstoles en beber “el cáliz del Señor”, es decir el martirio. Herodes Agripa. “Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan” (H12, 2). Dio así supremo testimonio de La Verdad. Es representado como peregrino con esclavina y bordón, un libro como apóstol y bastón de peregrino con la calabaza, manto rojo, alusión a su martirio, y sombrerote alas a la espalda.



SANTIAGO EL MAYOR
Óleo sobre tela  100 x 81 cm.
 Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
Según la tradición llevó el evangelio a España y en España también tendrá su sepulcro como indicará él mismo San Jerónimo. Es patrono de España e invocado en la defensa de fe. De aquí la Orden de Santiago, de tanta importancia, con su emblemática cruz roja. En la obra es presentado con el manto apostólico y esta misma cruz a modo de bandera. Sostiene en su mano izquierda el bastón de peregrino, el sombrero de alas a la espalda y las calabazas en el extremo del bastón. Con su mano derecha sostiene un libro como apóstol. Santiago responde a este llamamiento de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra, como los demás apóstoles. “Id por todo el mundo y proclamar la Buena Nueva a toda la creación” (MC 16, 15).



SANTA EULALIA DE BARCELONA
 Óleo sobre tela 100 x 73 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
Se trata de una joven mártir de Barcelona.  Ella se presentó espontáneamente ante el prefecto de romano. Fue torturada y murió finalmente en la cruz hacia el año 304. El testimonio de la fe en los primeros siglos de persecuciones hacia los cristianos por parte, primero de los judíos y después del poder del poder romano, está lleno de innumerables mártires, que con su sangre sembraron la semilla de la fe de las futuras generaciones. En la obra es representada con la palma de martirio, con la cruz en forma de aspa y con una corona de flores. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios” (Jn 16, 2).


 SAN JERÓNIMO
 Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
U.C.A.M. 
Es doctor de la Iglesia y su característica fundamental un extraordinario amor a la Palabra de Dios. Extraordinario y sabio defensor de la fe (del 333 al 420). De sus numerables escritos su contribución fundamental será la versión de la Biblia en Latín llamada “Vulgata” que será el texto oficial de la Iglesia. La obra le representa en esta actitud meditativa sobre la Palabra de Dios y con la pluma de escritor; su torso desnudo será característico como expresión de la penitencia. La iglesia no sólo extenderá el Evangelio sino que profundizará en las verdades de la Fe según las palabras de Jesús: “Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa” (Jn16, 13).



SAN JERÓNIMO
 Óleo sobre tela 112 x 84 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
 San Jerónimo no sólo será un insigne teólogo, sino un gran asceta y penitente. El combate de la fe no está sólo contra el mundo – en las persecuciones- sino ante todo contra sí mismo, se trata de una lucha contra el pecado. La penitencia y la vida ascética supone esta nueva forma de “martirio” que significa morir a si mismo. En esta actitud penitente es representado desnudo y sujetando una calavera en su mano. “Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán” (Mt 9, 15). “El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo la guardará para una vida eterna” (Jn 12, 25).


SAN FRANCISCO JOVEN
 Óleo sobre tela 112 x 84 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
 Santo de extraordinaria importancia en la Edad Media (1182-1226). Será su carisma singular el abrazar la extrema pobreza, con un extraordinario amor a Cristo, a la Virgen, a los hermanos; y  un amor que se extiende a los animales y a la naturaleza. Es de destacar su “simplicidad” y humildad; quizás esto le haga tan atractivo para los jóvenes que frente a un mundo materialista buscan las raíces de la verdadera vida cristiana. “Pues de igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío” (Lc 14, 33).  San Francisco está representado en la obra como un joven imberbe, abrazando un pájaro, con unas ramas; viste el hábito franciscano, con escapulario capuchón y cordón anudado.


 SANTA CLARA
 Óleo sobre tela 112 x 84 cm.
Parroquia de Ntra. Sra. de La Encarnación de La Raya (Murcia)
 Santa Clara de Asís siguió el ejemplo de San Francisco y abandonando todo abrazó “La Hermana Pobreza” (1194-1253). Compañera de Francisco viviría en el monasterio de San Damián hasta su muerte. Arrastraría con su ejemplo a muchas hermanas que se le unieron. Será su carisma la oración con un ferviente amor a Cristo, su esposo, a su Pasión, a la Eucaristía, y a la Virgen. La oración será en los cristianos un verdadero “culto espiritual” y un encuentro con la Palabra de la Vida que vive dentro de nosotros: “porque el Reino de Dios ya está “dentro” de vosotros” (Lc 17, 21). En la obra es representada con el hábito de su orden, sostiene en su mano derecha la custodia con la Eucaristía; aparece también una azucena, crucifijo y libro de la Regla.



SAN FRANCISCO DE ASÍS 
Óleo sobre tela 73 x 60 cm.
U.C.A.M. 
En esta obra San Francisco es representado en actitud orante con un crucifijo rodeado de la Corona de Espinas en su mano derecha, mientras en su izquierda sostiene una pequeña hoja. En esta mano derecha se aprecia la impronta de las llagas  recibidas. De este modo quiso Cristo que se asemejara a él. Todo cristiano está llamado a imitar la vida de Cristo; así lo hizo Francisco. Por eso cada vida de santidad es una imagen de Cristo Resucitado y presente en el mundo. “Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”(Lc 10, 16).



 SAN ANTONIO DE PADUA
 Óleo sobre tela 116 x 89 cm.
U.C.A.M.
 Es posiblemente el santo más popular de la Iglesia. (1195-1231). Franciscano y estudioso de la teología, destaca por la santidad de su vida y su predicación por Italia y Francia, confirmando esta predicación con sus numerosos milagros. Muere con las palabras “Ya veo a Dios”. Por su juventud, humildad y pureza se pueden aplicar perfectamente las palabras de Jesucristo: “Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8). En la obra es representado joven imberbe, con ancha tonsura monacal, con el hábito de su orden. Tiene al Niño Jesús en sus manos con unas azucenas.